La cultura universal está llena de historias, leyendas, parábolas y cuentos
como recurso pedagógico para educar a las nuevas generaciones del futuro y
especialmente a los niños. Y sabemos por propia experiencia, que todos llevamos
dentro, al niño que fuimos de pequeños. Por eso todas la culturas
han recurrido a la metáfora, a la parábola, a la narración, a las historias
y a los cuentos, para transmitir mensajes educativos e integrar a
la sociedad, las nuevas generaciones del futuro.
Nos basta citar los grandes poemas orientales, como el
Ramayana y el Panchatantra, los inmortales poemas homéricos de la
Ilíada y la Odisea, con las sirenas y el cíclope, y la loba de Rómulo y
Remo en la fundación de Roma.
También en nuestra cultura aranesa disponemos de poemas y
cuentos, entre ellos los de Mossén Josèp Condò y Sambeat, con personajes
de ficción en casi cada pueblo como, Martinón en Arres y en
Vielha, Miquelón en Era Bordeta, Mendañón en Arró, Bretanón en Es
Bordes, Joanetón en Benós, Gayón en Vilamós, etc. En todos ellos,
está siempre presente la figura del gigange de Betlán y sus hazañas
contra el invasor desde su cueva de Montcorbau y su escondite del Pla
Bataller, donde con diez hombres hacía resonar la roca hueca del Pla,
cuyo eco retumbaba por todos los valles y rebotaba en cada montaña,
espantando a los que venían para robar su independencia, sus derechos
y sus libertades, juntamente con sus tierras y sus riquezas.
Todas estas historias parece que recuerdan las figuras bíblicas de
David que, con una piedra tirada con una honda como arma, vence al
gigante Goliat armado de casco, escudo y espada. O la heroína Judith
que vence a Holofernes con sus astucias y su valentía.
La ciencia y la metáfora, la objetividad y la imaginación, siempre
han estado íntimamente ligadas en el esfuerzo por parte de la
humanidad para comprender, interpretar y comunicar el mundo que le
rodea.
Muchos países se sienten identificados con un animal determinado,
que es como su símbolo y emblema. Así tenemos el caballo del
vaquero del Oeste americano, el búfalo del Este americano; el toro en
Argentina y Andalucía; la vaca en la India; la llama en los países andinos;
el reno en Escandinavia; el camello en el Sahara; el elefante en
Kenia; el canguro en Australia; el delfín en el Caribe; el tigre en
Bengala; el lobo en Inglaterra; el alce en Canadá; el Oso blanco en el
polo Norte y el Oso pardo en Occitania y el Valle de Arán.
Los occitanos y los araneses, siempre han tenido al Oso como
símbolo de su identidad, de su estirpe, de su linaje, de su raza. A través
del tiempo, los araneses han considerado al Oso, como emblema
de su idiosincrasia, como etnia, como pueblo, como modelo de su masculinidad,
de su sabiduría, de su fortaleza y de convivencia con el resto
de los seres vivos.
El hombre desde siempre se ha identificado, medido y comparado
con el Oso. De ahí los refranes: El hombre y el Oso, cuanto más
peludo más hermoso. No vender la piel del oso, antes de cazarlo.Y las
tradiciones de vestirse, abrigarse y disfrazarse con la piel del oso. El
niño se identifica fácilmente, como por instinto, con el osito de peluche
para dormir y jugar. El oso es objeto de sus ilusiones de los regalos
de reyes y de sus sueños. El niño disfruta con el osito suave, cariñoso,
juguetón, delicado de peluche, y también se entusiasma ante los
juegos y acrobacias de los grandes osos del circo. Y es que todos llevamos
dentro, toda la vida, un poco del oso que nos gustó de niños.
El Valle de Arán es tan variado en Valles, tan abundante en montañas,
en ríos y lagos, tan prolífero en especies vegetales y animales, con
una flora y una fauna abundante y rica en especies autóctonas, que no
necesita recurrir a la ficción para inventar protagonistas de cuentos de
hadas ni brujas fantasmagóricas, ni mitos heroicos, ni duendes misteriosos,
ni gnomos invisibles, ni castillos encantados, ni baritas mágicas.
Por otra parte la historia y la cultura aranesa, cuenta con narraciones
reales, que rayan en la ficción y la fantasía, llenas de creatividad
y de ingenio, que superan los cuentos más increíbles y fantásticos.
10 Santiago Temprado
En la toponimia aranesa aparecen personajes históricos y reales,
convertidos por el pueblo en gigantes por su estatura, superando abundantemente
los dos metros, y unos hechos llenos de astucia y de imaginación,
realizados no por entretenimiento ni por lucimiento personal,
sino en favor de la libertad y autogobierno del pueblo y del territorio
aranés.
Familiarizar a los niños y entretener a todos con estos personajes
y con estos lugares tan sugerentes de territorio aranés para aproximarse
en su ambiente natural a los animales autóctonos del Valle, este es
el objetivo y la finalidad de esta colección de cuentos que presentamos.
Los araneses han demostrado siempre un gran respeto y cariño a
su territorio, a su pasaje y a su medio natural. Los araneses siempre han
sido amantes y defensores de la naturaleza, con una sensibilidad por la
ecología, el equilibrio natural de la vida y la defensa y protección de
las especies de árboles, plantas y animales en peligro de extinción, porque
su mentalidad está abierta a la cultura universal.
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